Trastorno del desarrollo o una forma distinta de ver el mundo
El 18 de febrero se celebró el día Mundial del Asperger, un trastorno neurobiológico caracterizado por problemas mentales y conductuales que forma parte de los trastornos del espectro autista. Su nombre se debe a su descubridor, el Pediatra, investigador, psiquiatra y profesor de medicina austríaco Hans Asperger, nacido en Viana, Austria el día 18 de febrero del año 1906. Se manifiesta generalmente en los tres primeros años de vida y ataca la capacidad de la persona para comunicarse o relacionarse con otros niños. Los síntomas pueden variar desde leves, moderados o severos. Entre más temprano se detecte mejor, ya que la intervención debe de comenzar con programas orientados al desarrollo de habilidades de comunicación, socialización y cognitivas.
El síndrome es difícil de determinar, pues las personas que lo tienen pueden ocultarlo con su buena comunicación oral, un coeficiente intelectual dentro de lo normal e incluso, muchas veces, más alto de lo normal, y un estilo de vida solitario. Los niños con el síndrome de Asperger muy frecuentemente manifiestan inteligencia, perfeccionismo y un nivel de exigencia muy elevado, regularmente poseen una memoria remarcable, lógica y gran capacidad de análisis (basta con ver la película “El Contador”, un sabio de las matemáticas y excelente en artes marciales, protagonizada por Ben Affleck o “mi nombre es Khan” protagonizada por Shah Rukh Khan, donde se demuestra la gran entereza e insistencia de su protagonista).
Muchos científicos, estudiosos del síndrome de Asperger coinciden en que las personas que lo tienen pueden hacer aportes incalculables a la sociedad, y para muestra un botón: Issac Newton, Albert Einstein, Steven Spielberg, Keanu Reeves, Bill Gates y posiblemente Charles Darwin.
¿Y qué tiene que ver la alimentación con todo esto?
Algunos niños con autismo muestran problemas para alimentarse e ingerir la cantidad de alimentos necesaria y en algunos casos se presentan signos de intolerancia (vómitos, malestar abdominal, entre otros). Se estima que un 75% de los niños con autismo presentan un desorden de alimentación de leve a severo.
Una manera para controlar el comportamiento y los trastornos gastrointestinales en la persona que lo padece es manteniendo una dieta libre de gluten, azúcares refinados, cereales refinados y caseína, ya que presentan dificultades al metabolizar estas proteínas que, al ser mal digeridas liberan un tóxico que afecta directamente el funcionamiento cerebral. Este tipo de alimentación resulta un poco restrictiva y puede generar estrés en los padres y en el niño. Según estudios realizados en Europa y en los Estados Unidos, se estima que alrededor de 50% de los niños con algún tipo de autismo han seguido algún tipo de dieta restrictiva y, a pesar de los muchos estudios realizados sobre este tema, el resultado no es del todo concluyente, pues algunos niños responden de manera muy positiva mientras que otros no responden o hasta responden de manera negativa. Lo mejor es intentar, sin forzar mucho al niño y observar si existe algún cambio de comportamiento u otro tipo de cambio positivo.
Por otro lado está la selectividad por ciertos alimentos, regularmente dulces, snack y comida procesada que no nutre para nada, pudiendo caer en deficiencias nutricionales (8,9), alto consumo de grasas con el riesgo de desarrollar obesidad o problemas metabólicos (10). Igualmente se debe de vigilar las alergias alimentarias, el reflujo gastro esofágico (11) y los disturbios a nivel digestivo, llamados enterocolitis del autista (12) y actualmente se realizan varias investigaciones relacionando la microbiota intestinal, la disbiosis y problemas conductuales (irritabilidad, ansiedad, etc) del autista. (13). Hasta se ha llegado a elaborar hipótesis de la relación autismo con la microbiota intestinal. (14)
Microbiota intestinal y autismo
Numerosos estudios han demostrado la existencia de una relación entre los 100 billones de
bacterias que habitan el colon y el comportamiento. De hecho, se sabe que estos microorganismos están implicados en la ansiedad, pero también en la percepción del dolor e incluso la respuesta emocional de los animales. Se ha demostrado la existencia de compuestos volátiles y microbiota intestinal diferente en niños que presentan autismo en relación a niños no autistas. En este estudio se revela el desbalance en la microbiota intestinal, lo cual incluye sobre crecimiento de grupos de bacterias y disminución drástica de otro grupo de bacterias (disbiosis). (1) Y más recientemente, otro estudio demostró la relación de la microbiota intestinal en la patogénesis del déficit de atención y los disturbios gastro intestinales (dolor abdominal, diarrea, grases, etc) (2)
La disbiosis está asociada con la alteración de la mucosa intestinal, responsable de la alteración de la permeabilidad intestinal o “síndrome del intestino poroso”. Varias investigaciones demuestran la relación incremento de la permeabilidad intestinal y autismo. (3)
La hipótesis actual sobre el mecanismo subyacente de la etiología del autismo indica que el trastorno es más probable de origen poligénico, con una contribución de factores ambientales que interactúan con los factores genéticos para aumentar el riesgo de la enfermedad. (4)
Así pues, lo recomendable desde el punto de vista nutricional es lograr o favorecer un balance en la microbiota intestinal, el uso de probióticos y prebióticos es necesario para restaurar el balance de la microbiota, se ha demostrado, por ejemplo que dar e.g., Lactobacillus rhamnosus, Bifidobacterium infantis, Bifidobacterium longum, Lactobacillus helveticus, Lactobacillus reuteri and Lactobacillus paracasei) han mejorado los síntomas gastro intestinales. (5)
Debemos de eliminar de la dieta todo alimento que normalmente no ofreceríamos a nuestro hijo, con o sin autismo. Me refiero a comida alta en azúcar procesada, sirop de maíz de alta fructosa, gaseosas, cereales repletos de colorantes y saborizantes pero carentes de algún valor nutricional y grasas saturadas, entre otros.
Hasta ahora no existe tratamiento médico, lo importante es comprender la situación a nivel familiar, proteger al niño del ruido y evitar interacciones sociales abrumadoras, debe ayudársele a gerenciar sus competencias, adaptándose al mundo y su entorno. La terapia comportamental es útil en este caso (6), y algunos programas informáticos ayudan a su aprendizaje. (2). Un abordaje multidisciplinario por parte de un médico, un ortofonista, un psicólogo y un nutriólogo puede ser beneficioso.
Fuentes
1.- Fecal microbiota and metabolome of children with autism and pervasive developmental disorder not otherwise specified. De Angelis M, Piccolo M, Vannini L, Siragusa S, De Giacomo A, Serrazzanetti DI, Cristofori F, Guerzoni ME, Gobbetti M, Francavilla R PLoS One. 2013 Oct 9; 8(10):e76993.
2.- Gastrointestinal flora and gastrointestinal status in children with autism--comparisons to typical children and correlation with autism severity. Adams JB, Johansen LJ, Powell LD, Quig D, Rubin RABMC Gastroenterol. 2011 Mar 16; 11():22.
3.- Alterations of the intestinal barrier in patients with autism spectrum disorders and in their first-degree relatives. de Magistris L, Familiari V, Pascotto A, Sapone A, Frolli A, Iardino P, Carteni M, De Rosa M, Francavilla R, Riegler G, Militerni R, Bravaccio C J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2010 Oct; 51(4):418-24.
4.- Genetic heritability and shared environmental factors among twin pairs with autism. Hallmayer J, Cleveland S, Torres A, Phillips J, Cohen B, Torigoe T, Miller J, Fedele A, Collins J, Smith K, Lotspeich L, Croen LA, Ozonoff S, Lajonchere C, Grether JK, Risch N Arch Gen Psychiatry. 2011 Nov; 68(11):1095-102.
5.- Ingestion of Lactobacillus strain regulates emotional behavior and central GABA receptor expression in a mouse via the vagus nerve. Bravo JA, Forsythe P, Chew MV, Escaravage E, Savignac HM, Dinan TG, Bienenstock J, Cryan JF. Proc Natl Acad Sci U S A. 2011 Sep 20; 108(38):16050-5.
6. Sofronoff K. Attwood T, Hinton S, Levin I. Journal of Autism and Developmental Disorders. 2007; 37: 1203-1214. Essai contrôlé randomisé d’une intervention comportementale cognitive pour maîtriser la colère chez les enfants atteints du syndrome d’Asperger.
7. Bolte S, Feineis-Matthews S, Leber S, Dierks T, Hubl, D, Poustka F. Développement et évaluation d’un programme informatisé pour comprendre et enseigner les expressions faciales. International Journal of Circumpolar Health 2002. 61 (Suppl. 2): 61-68.
8. Ledford JR, Gast DL. Feeding problems in children with autism spectrum disorders: A review. Focus Autism Other Dev Disabl. 2006;21:153–166.
9. Food selectivity in children with autism spectrum disorders and typically developing children.
Bandini LG, Anderson SE, Curtin C, Cermak S, Evans EW, Scampini R, Maslin M, Must A
J Pediatr. 2010 Aug; 157(2):259-64.
10. Dietary fat intake and risk of epithelial ovarian cancer: a meta-analysis of 6,689 subjects from 8 observational studies. Huncharek M, Kupelnick B Nutr Cancer. 2001; 40(2):87-91.
11. Pediatric feeding disorders: a quantitative synthesis of treatment outcomes. Sharp WG, Jaquess DL, Morton JF, Herzinger CV Clin Child Fam Psychol Rev. 2010 Dec; 13(4):348-65.
12. Evaluation, diagnosis, and treatment of gastrointestinal disorders in individuals with ASDs: a consensus report. Buie T, Campbell DB, Fuchs GJ 3rd, Furuta GT, Levy J, Vandewater J, Whitaker AH, Atkins D, Bauman ML, Beaudet AL, Carr EG, Gershon MD, Hyman SL, Jirapinyo P, Jyonouchi H, Kooros K, Kushak R, Levitt P, Levy SE, Lewis JD, Murray KF, Natowicz MR, Sabra A, Wershil BK, Weston SC, Zeltzer L, Winter H Pediatrics. 2010 Jan; 125 Suppl 1():S1-18.
13. Succession of microbial consortia in the developing infant gut microbiome. Koenig JE, Spor A, Scalfone N, Fricker AD, Stombaugh J, Knight R, Angenent LT, Ley RE Proc Natl Acad Sci U S A. 2011 Mar 15; 108 Suppl 1():4578-85.
14. The potential role of probiotics in the management of childhood autism spectrum disorders. Critchfield JW, van Hemert S, Ash M, Mulder L, Ashwood P Gastroenterol Res Pract. 2011; 2011():161358.